También hay quien asegura que el término es en realidad el acrónimo SPA: salus per aquam o sanitas per aquam (salud a través del agua), ya que este era un concepto muy arraigado en la cultura romana. Sin embargo no hay ninguna evidencia de ello.
Según la Real Academia Española de la Lengua, el término Spa es en su origen un topónimo, el de un centro termal situado en la provincia de Lieja (Bélgica), famoso por las propiedades curativas de sus aguas termales desde la época romana y que era el sitio de recreo de las oligarquías aristocrática y de la alta burguesía antes de la Primera Guerra Mundial. A partir del siglo XVII —-como documenta el Oxford English Dictionnary-- se generaliza como nombre común para fuente termal o establecimiento balneario en ingles, spa, y de ahí se extiende a otras lenguas. Su uso en español es muy reciente, a veces con mayúscula inicial, y otras todo en mayúscula SPA, que algunos explican como un acrónimo (salus per acquam). No hay motivo para emplear la mayúscula, si se ha lexicalizado como nombre común, spa.
Detalle de un spa en Hot Springs, Arkansas
El Palacio del Agua en el Balneario de Mondariz (Galicia)
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